HISTORIA DE LA LEGION

LA LEGIÓN ESPAÑOLA

INTRODUCCIÒN

Lo que había estando faltando en Marruecos, desde la iniciación de las operaciones, era una fuerza de choque, técnicamente bien preparada que actuara en vanguardia, exigiendo siempre, el puesto de mayor riesgo y fatiga. Lo que faltaba era una mística que superara la mística que tenía enfrente, un espíritu de desprendimiento, de elegancia ante el dolor y la muerte, de voluntad de vencer.



Y eso fue la legión. Eso fue el cuerpo Especial que creó en Marruecos, para aquella específica campaña, el Teniente Coronel de infantería D. José Millán Astray y Terreros. Lo que sucede es que este hombre buen conocedor de la historia militar y de la guerra de su tiempo, consiguió un resultado sorprendente: hacer renacer la fe dormida de los españoles en sus propios soldados.

Aquellos años eran algo difíciles para intentar algo de ese tipo.

España se había visto envuelta en el problema de Marruecos y había tratado de resolverlo, aplicando los diversos criterios que los gobiernos de turno sustentaban.

La agresión en 1909 a un tren minero en Melilla dio lugar al empleo de grandes contingentes de fuerza y a la ocupación por primera vez, de una manera permanente, de territorios inmediatos a las plazas de soberanía, Ceuta y Melilla.

En 1910 se llega en el territorio oriental hasta la línea del rio Kert; en 1911 se desembarca en Larache y se ocupa Alcazarquivir, en el territorio occidental. Se crean por entonces la Fuerzas Regulares Indígenas con oficialidad española.

Sigue una guerra difícil y costosa. El ejército, por orden siempre del gobierno de turno, va ocupando posiciones en el territorio no dominado. Desde ellas irradia la acción política sobre los habitantes de las zonas inmediatas. Cuando se considera posible, en función de los logros políticos, se avanza a nuevas posiciones. El resultado es la existencia de un gran número de posiciones débiles, separadas ente si, sin posibilidad de apoyos mutuos y sin fuerzas capaces de reaccionar contra los posibles agresores en forma contundente. El mecanismo es siempre el mismo. Las vanguardias son fuerzas indígenas; la ocupación de las posiciones corre a cargo de fuerzas españolas. Por querer evitar a los nuestros el posible combate ofensivo se les condena a la vida de posición mal organizada, expuesta siempre al ataque enemigo sin posibilidad razonable de refuerzo. Vida de posición en la que era frecuente temer tener que combatir por el agua o por los lentos convoyes en mulos que llevan el suministro.

En 1913 se ocupa Tetuán, capital natural del protectorado Español, y se nombra jalifa de la zona al príncipe Muley el Mehedí. Este hecho lejos de mejorar nuestra posición en marruecos, la empeora. El baja de Arcila se incomoda con el nombramiento, y crecen los ataques a las posiciones españolas y a los convoyes que la suministran. Las operaciones de protección que han de ser montadas son cada vez más caras y difíciles.

Con el Raisuni se sigue una política cambiante, en la que predomina la claudicación que el caudillo árabe sabe aprovechar ampliamente en su beneficio. Tiene a su favor tres importantes favores: el tiempo, el terreno y la fuerza. Respecto al tiempo no tiene prisa. Cree que los gobiernos españoles seguirán con su habitual política de penetración pacifica, que tan importantes beneficios le estaba proporcionando. En relación con el espacio, se siente seguro. Estima que hay zonas del Protectorado adonde no llegaran nunca los españoles y desde las que puede continuar su acción depredadora, que tan ventajosa le resultaba. En lo que toca a la fuerza, desprecia a los españoles. Confía en que seguirán empleando a las tropas indígenas auxiliares en las acciones ofensivas y a soldados de reemplazo españoles en las defensivas, sin preocuparse de crear una masa de maniobra ofensiva que pudiera inquietarle seriamente en sus provechosos planes.

Para evitar esto nace precisamente la Legión. Para ser fuerza de choque, para ser razón seria que impida los ataques a los puestos aislados, para ser maza implacable cuando el mando lo ordenara.

Para ello, el Tercio de extranjeros, desde su fundación, busca afanosamente la perfección técnica que es conocimiento del material y del armamento que se ha de emplear; que es empleo racional de los medios y del terreno; que es ejecución impecable de todos los movimientos en instrucción; que es no contar las horas de trabajo, sino la obra bien hecha; que es buscar la perfección siempre y en todo.

“En la Legión lo imposible se hace al momento, en los milagros tardamos un poco mas.”

LA IDEA


Para empezar a contar los comienzos de la Legión nos tenemos que remontar al 5 de julio de 1879 , en La Coruña , donde nace José Millán Terreros, hijo de José Millán Astray y de Pilar Terreros Segade. El padre era abogado y con aficiones literarias, obliga al joven José a estudiar Derecho, si bien éste aspiraba a ser militar, lo que finalmente hará.

Ingresa el 30 de agosto de 1894 en la Academia de Infantería de Toledo donde sigue el programa de estudios abreviado dispuesto por el Gobierno para atender las necesidades de oficiales de los conflictos de Ultramar (Cuba y Filipinas), graduándose con apenas diecisiete años como teniente segundo y sirviendo después en un regimiento de infantería de Madrid. El 1 de septiembre de 1896 ingresa en la Escuela Superior de Guerra, en la que interrumpe sus estudios para incorporarse voluntario a un batallón expedicionario que zarpa para Filipinas. Durante su estancia en la isla se distingue por su valor, especialmente por su actuación en la defensa, Allí obtuvo notable popularidad al defenderse con 30 hombres, del ataque de gran cantidad de insurgentes tagalos en el pueblo de San Rafael. Su experiencia en esta campaña, le hizo ver la conveniencia de emplear para estas guerras exteriores, soldados profesionales.

Idea que, sin lugar a dudas, quedaría reafirmada cuando, ya en la península, vivió, como España entera, la perdida de las últimas posesiones de Ultramar y el desolador regreso de los soldados de reemplazo. Hechos que tanto pesarían posteriormente en la conciencia de los españoles y en la política militar de los sucesivos gobiernos de España.

Pero no es hasta 1919, con 40 años de edad y siendo comandante, cuando sus proyectos toman cuerpo en forma de Legión Extranjera. El mismo lo expone en uno de los pasajes de su libro "La Legión" en el que comenta "(...) una larga estancia en África, sirviendo en Policía Indígena, en regulares y en el Regimiento de Infantería de Serrallo número 69 unido a alguna afición al estudio y entusiasmo por el problema africano, dieron lugar a que germinase la idea de Organizar una Legión Extranjera, en vista del excelente resultado que a los franceses les había dado la suya, a la que después de la Gran Guerra titularon de Heroico Regimiento que, por su amor a Francia y su bravura, ha sido colocado en el primer puesto"

Su brillante historial militar y su prestigio fueron firmes aliados para que sus proyectos llegaran a conocimiento de S.M. el Rey Don Alfonso XIII y, en consecuencia, el General Tovar, Ministro de la Guerra, por R.O. de fecha 5 de septiembre de 1919 designa al Cte. Millán Astray para desempeñar una comisión en Argelia, en el “Regimiento de marcha de la Legión extranjera”, a fin de estudiar el régimen y los fundamentos de la misma. Allí sentían una gran gratitud por la acción de nuestro Rey durante la guerra europea, a favor de los prisioneros. Lo más interesante, era el sistema de reclutamiento que tenían, los haberes y el trato a los extranjeros.

Entregados los informes de la visita, el Estado Mayor Central recibe la orden de estudiar las bases para crear un cuerpo de tropas extranjeras. Las conclusiones de este estudio son enviadas al General D. Dámaso Berenguer Fuste, Alto Comisario en Marruecos, quien una vez examinados, los devuelve con el siguiente informe "Ferviente partidario de relevar las fuerzas salidas de reclutamiento forzoso que aquí hace la campaña por tropas voluntarias, acojo con entusiasmo la creación del Tercio de Extranjeros"

Al General Tovar sucedió como Ministro de la Guerra el General Don José Villalba, publicándose entonces el Real Decreto de creación del Tercio de Extranjeros.



LA CREACIÓN


De esta forma y con fecha 28 de enero de 1920 se creó un Real Decreto, siendo Ministro de la Guerra José Villalba Riquelme. Su Majestad el Rey don Alfonso XIII tuvo a bien disponer lo siguiente:

"Con la denominación de Tercio de Extranjeros se creará una unidad militar armada, cuyos efectivos, haberes y reglamento por el que ha de regirse serán fijados por el Ministro de la Guerra"

Breve texto cuyo objetivo queda magníficamente explicado en la exposición que precedía al Real Decreto "(...) disminuir los contingentes de reclutamiento en nuestra Zona de Protectorado en Marruecos, inclina al Ministro que suscribe a aconsejar, como ensayo, la creación de un Tercio de Extranjeros...".

De acuerdo con este documento fundacional, al objeto de esta nueva formación era disminuir los contingentes de reclutamiento normal que habían de ser enviados a la zona del Protectorado de Marruecos. Se hacía con carácter provisional y acogería a los hombres de cualquier país que voluntariamente quisieran afiliarse para prestar servicios militares, tanto en la Península, como en las distintas comandancias de aquel territorio.

En este documento hay tres características que conviene resaltar:

1ª. La necesidad imperiosa, sentida por los sucesivos gobiernos, de encontrar un procedimiento que permitiera limitar el número de reclutas españoles mandados a África.


2ª. Su carácter de provisionalidad, sin duda por encontrar aventurado el hacerse ilusiones en tan sencillo expediente.


3ª. El hecho de que acogiera en su seno a los hombres de cualquier país, incluido España, que voluntariamente se afiliaran para prestar servicios militares en la Península o en Marruecos.

Para que la Legión no quedara en "ensayo", era necesario que, quien tenía la responsabilidad de llevarlo a término, de probada valía, tuviera el apoyo de hombres de gran talla militar. El destino hizo coincidir, tiempo atrás, al Comandante Millán Astray con el Comandante Francisco Franco en un curso en la Escuela Central de Tiro. La amistad cuajada en este encuentro, serviría posteriormente para que Millán Astray ofreciera el puesto de lugarteniente a Franco, que fue, sin duda, piedra angular en la exitosa organización de la Legión.

Aún así, todavía tendría que soportar una larga espera de casi siete meses para que el Tercio de Extranjeros, su obra más preciada, pudiese llegar a constituirse. El origen de esta demora se debió a lo siguiente. Nada más publicarse el Real Decreto Fundacional, el Ministro de la Guerra, General Villalba, lo guardó en un cajón de su despacho, a la espera de que se diesen las circunstancias favorables para que en una próxima Reorganización del Ejército de África, tuviese encaje y cabida el encuadrar a esta nueva Fuerza de choque. Pero como las cosas de palacio suelen ir despacio, los meses pasaban, el Tercio seguía sin constituirse y nuestro teniente coronel se desesperaba. Cuando he aquí, que el azar iba a jugar una potente baza a su favor. A mediados del mes de mayo de ese año (1920) se produce un cambio de Gobierno en España, que hace que el general Villalba salga del Ministerio de la Guerra, pasando a ocupar el sillón ministerial del Palacio de Buenavista un civil con un profundo cariño al Ejército: el Excmo. Sr. Don Luis de Marichalar y Monreal, Vizconde de Eza , abuelo de Jaime y de Álvaro de Marichalar, quien nada más tomar posesión del cargo recibe al Teniente Coronel Millán Terreros, y convencido de las enormes ventajas que para el Ejército de África supone la creación de esta nueva Fuerza de Choque, decide dar “luz verde” al Real Decreto de 28 de enero de ese año, y al final de la audiencia, a modo de despedida le dice a Millán “Márchese tranquilo, Teniente Coronel, que yo le haré a Vd. su Legión”. Y en efecto, D. Luis de Marichalar cumplió lo prometido.

El 20 de agosto de 1920 es cuando se publica un Real Decreto cuyo primer artículo dice " Se procederá desde luego a la organización de la citada unidad….." su redacción, sin duda, da referencias del tesón del fundador.

El artículo 3º encierra, entre sus líneas de marcado carácter económico, las razones que motivaron la creación de la Legión: "El aumento del gasto que ocasione la creación de la citada unidad será compensado con las economías que se obtengan, como consecuencia de dejar sin cubrir todos las bajas que ocurran en las tropas peninsulares de África durante el actual ejercicio, por repatriación de unidades, y, entretanto, por el licenciamiento de individuos del tercer año de servicio en las referidas tropas, en la proporción de dos de éstos por cada soldado filiado en el Tercio."

Esta nueva y decisiva disposición vuelve a ilustrarnos acerca del interés del gobierno, pese a las vacilaciones en crear esta tropa, voluntaria y de nuevo estilo, como sustitución de las habituales unidades de recluta normal que debían ser devueltas a la Península a medida que el Tercio fuera constituido.

Unas semanas más tarde, el 2 de septiembre, es nombrado mando del Tercio el ya Teniente Coronel de Infantería Don José Millán Astray Terreros. La Legión estaba definitivamente en marcha. El 4 de septiembre se firma una Real Orden Circular en las que se dictan las reglas para la organización del Tercio de Extranjeros del que debemos destacar, entre sus 46 reglas, la número 2: "Este cuerpo habrá de emplearse tácticamente como de primera línea y en todos los servicios de paz y guerra, sin otro límite que el de su utilidad militar", muestra de la que será en adelante obsesión del fundador: Imbuirla de un elevado espíritu militar y ofensivo, de entrega y sacrificio permanente. Objetivo que consiguió brillantemente y a lo que contribuyó, de singular manera, el Credo Legionario por él redactado.

Ahí están ya sobre el papel los legionarios, con sus unidades, sus uniformes, su empaque de cuerpo de primera línea, su gorro, sus ascensos, sus devengos. Ahí están ya, a punto de llegar a Ceuta, ciudad madre de la Legión.

En la Orden del 4 de septiembre se establece la organización del Tercio, con una Plana mayor, una Compañía de Deposito e Instrucción y tres Banderas iguales. Cada una con dos compañías de fusileros y otra de ametralladoras.

Los legionarios una vez que juren bandera, cualquiera que sea su nacionalidad, quedaran como soldados españoles sujetos al Código y a las ordenanzas vigentes.

Se señala a Ceuta como cuartel permanente del Tercio, donde radicaran sus oficinas, almacenes y la “representación y depósito”.

El uniforme y equipo atenderá principalmente a ser práctico, cómodo, vistoso y económico. Se definen las prendas principales, entre las que no pueden olvidarse aquí, es el gorro, con el que tantos legionarios han muerto por España.



“CHAPIRI”


Se establece el destino de libre elección para los jefes y oficiales “siendo condiciones recomendables los meritos y servicios de campaña”

Los legionarios podrán ascender a Alférez o Teniente, pero siempre dentro del Tercio, sin poder pedir destino a otras unidades.

Los extranjeros recibirán siempre el mismo trato que los españoles con la posibilidad de que, a los dos años de servicio, les sea extendido un certificado base para la concesión de la ciudadanía española, si lo desean.

Se señalan los haberes de diversas clases. Respecto a los legionarios se separan tres conceptos distintos: haber en mano, rancho y masita-ahorro. El primero es variable en función del grado. El segundo (alimentación) es común para todos, fijada en dos pesetas. Y el tercero el vestuario (masita) y ahorro es un fondo por el que se dotaba al legionario con 225 pesetas en el momento de su incorporación y 0.85 pesetas diarias. Una vez descontado el precio del uniforme y del equipo el legionario podía solicitar el resto, o bien, ahorrarlo bajo la dirección y garantía de sus Capitanes.

Si bien este Real Decreto determinaba como fecha de inicio de la recluta el 4 de octubre, fue tal el éxito inicial que el día 20 de septiembre se produjeron los primeros alistamientos, iniciándose la andadura real de la Legión.

De esta forma, se veía convertido en realidad lo que comenzó siendo un proyecto del Teniente Coronel de Infantería José Millán Astray, El alistamiento quedó abierto a españoles y extranjeros sin mayores exigencias que ser sanos, fuertes y aptos para empuñar las armas, ofreciendo, a cambio, la posibilidad de hacer carrera militar en el seno de La Legión.


LA ESENCIA


Ante todo lo fundamental en la Legión era el “espíritu”. La legión había sido pensada en la mente de su fundador como un acto violento, apasionado, de amor a España, y, al mismo tiempo, como una profesión de fe en los mas humildes, en los mas desarraigados, en los despreciados por la sociedad, es decir a todos aquellos que nadie quería a su lado..

Estos, los pequeños, los que no tenían, los que necesitaban, eran los que podían dar a España los que otros no se atrevían a dar. Estos, los humildes, podrían encontrar un camino, un hogar, un calor humano que les había sido negado.

Este y no otro era el material humano buscado; pero, ¿Cómo hacer para que esa fuerza de la humildad, de la incomprensión, de la desgracia, se tornara en un huracán de amor a España y de buen servicio.

De la pluma del buen soldado que era el nuestro Teniente Coronel, fueron saliendo, entrecortadas, y apasionadas, las frases:

“El espíritu del legionario; es único y sin igual, de ciega y feroz acometividad, de buscar siempre acortar la distancia con el enemigo y llegar a la bayoneta.”


Esto era lo esencial. Para eso se creaba el Tercio, para romper se una vez para siempre al molde podrido de unos soldados que no sirven para la ofensiva. El legionario era energía, fuerza es decir “acometividad”, impulso salvaje para llegar, para atreverse a todo y romperlo todo. Llegar al combate cuerpo a cuerpo .Por eso su espíritu es único y sin igual.

“El espíritu de compañerismo: con el sagrado juramento de no abandonar jamás a un hombre en el campo hasta perecer todos”.

Es decir, nunca nunca, se dejaría a nadie atrás, aunque te costara la misma vida

“El espíritu de amistad: de juramento entre cada dos hombres”.


Los hombres que leían esto habían sufrido la insolidaridad, el desprecio, la zancadilla. La legión era el apoyo mutuo, la seguridad en el de al lado.

“El espíritu de unión y socorro: a la voz de ¡A mí la Legión! Sea donde sea acudirán todos y con razón o sin ella defenderán al legionario que pida auxilio”.

Pero no basta con el compañerismo que crea unidad militar, ni con la amistad que crea solidaridad humana, hay que llegar, por el compañero, por el amigo mucho mas allá, han de llegar todos los que oigan la petición de auxilio a defenderlo, sea donde sea, con razón o sin ella. El legionario no juzga, ayuda a los suyos, siempre, porque son suyos, como ama a la patria y a su madre, sin más razones ni mas juicios, por lo que siempre se ama, por que sí.

“El espíritu de marcha: jamás un legionario dirá que está cansado hasta caer reventado, será el cuerpo más veloz y resistente”.

“El espíritu de sufrimiento y dureza: no se quejara de fatiga, ni de dolor, ni de hambre, ni de sed, ni de sueño, cavara, arrastrara cañones, carros, estará destacado, hará convoyes, trabajara, en lo que le manden”.

Frente a la desgana, a la siesta de los hartos, la llamada a rebato de los capaces de sacrificio. La llamada al mas profundo honor, que sabe superarse, adaptarse, aguantarse, con la actitud austera que conviene a la guerra que entonces se estaba desarrollando y a cualquier otra guerra.

Y la disciplina”Cumplirá su deber, obedecerá hasta morir.”


Como así como era insuficiente el compañerismo y la amistad corrientes y molientes, así también la disciplina tiene que tener este toque extremo y violento: hasta morir.

Y “El espíritu de acudir al fuego: la legión, desde el hombre solo hasta la legión entera, acudirá siempre donde oiga fuego, de día, de noche, siempre, siempre, aunque no tenga orden para ello “.


Lo mismo que “con razón o sin ella” se ayuda al camarada, con orden o sin orden se acudirá siempre a donde oiga fuego. Siempre, por que en el fuego estará el cumplimiento del deber, o el compañero en apuros o la Patria en peligro.

Y “el espíritu de combate: la legión pedirá siempre, siempre combatir sin turno, sin contar días, ni los meses, ni los años”.

En una entrega total, como pide el amor, no cabe turnar con nadie; nadie puede hacer lo que la legión puede; nadie puede despreciar el cansancio, el dolor, la angustia, como los desheredados que forman bandera; nadie como ellos está en condiciones de ponerse mas allá del tiempo, mas allá del dolor, en la misma muerte aceptada con gallardía y honor

“El espíritu de la muerte: el morir en el combate es el mayor honor. No se muere más que una vez. La muerte llega sin dolor, y el morir no es tan horrible como parece. Lo más horrible es vivir siendo un cobarde.”

“La Bandera de La Legión: Es la más gloriosa porque está teñida con la sangre de sus legionarios.”


“Todos los hombres legionarios son bravos: Cada Nación tiene fama de bravura; aquí es preciso demostrar qué pueblo es el más valiente.”



“Estos espíritus constituyen la base espiritual de la Legión, su médula y nervio.”